Era pequeño, no el mas pequeño pero nada extraordinario pasaba a menudo. Sus calles eran recorridas por una fría brisa que se levantaba cada día a eso de las seis. Era un pueblo tranquilo donde cada uno podía desarrollar una vida plena. Era hermoso y si que lo era, alejado de todos los centros urbanos, estaba enclavada a las orillas del pacifico azulino y a los brazos del gigante torrente que descendía de los andes.
Había transcurrido otro verano mas, un verano de historias, de amores , de encuentro y desencuentros, un verano que nunca olvidarían...
La noche era una fiesta, la luna iluminaba todas las colinas de bosques que dejaban brillar al pueblo entero, el mar tomaba un color fascinante y se reflejaba en las aguas de todo su esplendor. De pronto los bosques parecieron cerrarse y camuflarse, los animales volvieron a sus casas, los caminos se cerraron; ¿que ocurría?; de momento nada pero el pequeño pueblo algo tendría que enfrentar y tendría que hacerlo solo.
Llego la hora del sueño eterno cuando un ruido sacudió a medio mundo, tres minutos infernales en que la tierra no dio tregua y los recuerdos comenzaron a derrumbarse. El pueblo grito a los vientos ayuda a los bosques pero estos no respondieron. Pidió ayuda a la luna , pero esta se perdió con los polvos de destrucción. Pidió ayuda al mar y de el jamas se olvidaría.
Todo se vino abajo, sueños, ilusiones, recuerdos y proyecciones. El polvo se elevaba el pequeño pueblo quedaba a oscuras, a la suerte de la peor de sus tragedias. Los habitantes escaparon, corrieron en busca de un destino incierto, nada seria igual y lo sabían. Algo esa noche había cambiado para siempre.
El pequeño pueblo estaba en el suelo, el ruido cesó y la calma llegó. Un silencio engañoso recorrió cada uno de las calles, la tormenta había pasado o al menos esa impresión daba. Poco a poco el torrente comenzó a desaparecer y la masacre estaba por volver.
Las sirenas nada pudieron hacer, su canto no pudo con la fuerza del cuerpo azul; los peces no pudieron contra el y solo los héroes combatieron como un fiel.
Se acercaba el golpe final, el poder de las aguas azoto al pequeño pueblo sin piedad, se introdujo por cada rincón que existió y a muchos se llevo.
Nada se pudo hacer, de verdad que nada se pudo hacer. El pequeño pueblo perdió una parte de historia y de vida, agonizo hasta que no pudo mas y un parte de el no se pudo recuperar.
Las aguas retrocedieron y la calma retorno. La noche continuo y la neblina todo cubrió. Los bosques volvieron a vivir, miraron de nuevo a la luna y sonrieron, esbozo que duro un solo segundo, cuando se dieron cuenta que el pequeño pueblo lloraba, un canto trágico, un canto triste, un canto de muerte. Fue ahí cuando los arboles comprendieron todo lo que paso; abrieron sus hojas y abrazaron al pequeño pueblo con todas sus fuerzas. Los animales corrieron y las aves volaron rápido. Hicieron ruido, mucho ruido pues la ayuda debía llegar. Pero las heridas estaban ahí y seguirían ahí.
Un año pasó y el pueblo se levantó, nada era igual pero estaba dispuesto a enfrentar para así poder ayudar. Hizo un pacto con el sol y así brilló.
Hizo un pacto con la luna y en el farol mas bello se convirtió.
Hizo un pacto con el cielo y a ellos JAMAS olvido.
Hizo un pacto con el torrente y sus aguas avivo.
Hizo un pacto consigo mismo y de ello nunca se separo.
El pequeño pueblo siguió trabajando para poder levantarse. En cada rincón de sus calles hay recuerdos y esperanzas que se fueron pero en esos mismos rincones hay ilusiones que construir, gente a quien levantar y a muchos que homenajear. El pequeño pueblo sabe que fácil no sera pero ahora solo abrazara a todo el que quiera entrar a la tierra que nunca jamas, perdió las ganas de luchar.
"Que en mi recuerdo existes y en mi memoria"
Para mi querido Constitución.
Javier. 27/03/2011. Un año y Un mes.
